Adiós Caruchi
Falleció el comandante Rafael Ibarra Miñano, un jefe muy querido en el Callao y más allá de la provincia constitucional. Tuve el honor de conocerlo, como un jefe operativo que siempre estaba en la primera línea de fuego, ahí donde se le necesitara. Inundaciones, aluviones, terremotos, incendios y rescates. Un bombero con agallas y huevos. Poco a poco los grandes se están yendo y están quedando más y más mamarrachos vestidos de rojo.
Me imagino cuanto le habrá dolido dejar el país y no poder ir con la frecuencia que hubiese querido visitar su querida Salvadora Callao 9. Sus hijas se llevaron a su padre a New Jersey, lo que me dice que fue un padre amoroso, que no solo no falló como bombero, sino que además triunfó como ser humano. Fue ahí donde lo volví a ver, aunque vivo en el estado vecino frecuentaba New Jersey por su enorme colonia peruana. Es el único lugar donde he podido encontrar helados Donofrio y están los mejores restaurantes peruanos de este lado del continente norteamericano. Claro, ninguno compite con Miami en su oferta gastronómica peruana.
Saliendo de una tienda, ahí estaba él, mirándome tan pasmado como estaba yo. Él me reconoció, yo le reconocí. Curiosas sorpresas trae la vida.
Un hombre humilde, no con un enorme perfil educativo, pero lo suficiente para hacer las cosas bien. Un chalaco típico, un peruano de antaño.
La primera vez que interactúe con él fue cuando reporté un problema con los buses Enatru que no estaban reconociendo el pase libre de transporte de los bomberos. Algunos choferes se ponían hasta agresivos. El entonces Capitán Italo Potestá Hurtado, tomó nota del asunto y lo llamó por teléfono. Él era Jefe de Brigada en ese momento y chofer de Enatru (Empresa Nacional de Transporte Urbano). Al día siguiente los tres estábamos frente al gerente de operaciones de Enatru. Nunca más un bombero que yo sepa reportó incidentes similares. El gerente sorprendido e indignado.
Mucho tiempo después tomé un bus y él era el chofer. “Mi comandante” lo saludé. Me hizo un gesto con la mano para que pasara, estaba ocupado. Él manejaba y hablaba por radio con la central Callao sobre una emergencia. Los pasajeros estaban confundidos. Era claro que se preguntaban ¿Comandante un chofer? ¿Quién es este hombre? ¿Es un policía encubierto? No es fácil saber el tema de conversación que escucha un hombre de a pie por la radio de bomberos, por los códigos que se usan.
Un día escuche una historia de él. Dicen que estaba manejando el bus de pasajeros, cuando un gran incendio se produjo, dicen que cogió el bus y fue al incendio con todo y pasajeros. No se si es verdad, pero encaja con el Caruchi que conocí. Deber, trabajo, responsabilidad, operatividad.
Hasta la proxima mi querido comandante. Le deseo largas tertulias con Rómulo Dávila, Belisario Espinosa, Roque Camargo e Italo Potestá. No me queda duda que cuando partió de este mundanal ruido, ellos lo recibieron con el cariño que se merecía.
Descanse en Paz.
José Musse
New York City
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