Codicia y desastre
Ha sido considerado el peor desastre industrial en la historia. Union Carbide cortó costos a tal punto que la transnacional convirtió su planta de gas Sevin en una amenaza para la ciudad de Bhopal, matando entre 16 a 20 mil personas. Muertes lentas, muertes horrendas donde la gente fue rociada con gas venenoso mientras dormía en la madrugada del 3 de diciembre de 1984.
Para comparar este desastre con el del reactor nuclear ucraniano de Chernobyl. Según datos oficiales de la Unión Soviética, murieron 30 personas, según las Naciones Unidas el número real fue de 50. Nada comparable con lo que pasó con la céntrica ciudad india de Bhopal.
Vomitando, defecando, causando ceguera. Fue una muerte lenta y una agonía que luego de 38 años sigue causando dolor.
Esta tragedia tiene mucho en común con una más actual, la del Boeing 737 Max y es que fue la codicia corporativa que se ve reflejada en la película Wall Street de 1987, donde los números toman precedente antes que la gente. Fue la semilla económica de los 80, la tendencia de la dictadura de los Board of Directors de la época. La danza de los picos de la Bolsa de Valores es lo que dicta la estrategia, liderazgo y cultura corporativa. Ganar más e invertir menos es la filosofía. Esa mentalidad que nació hace 40 años, sigue matando.
Cuadros de ganancias, recorte presupuestal irracional, reducción de supervisión y menos seguridad en el diseño fue la bomba de tiempo que se sembró en los 80 con la fusión de Boeing y McDonnell Douglass. Un choque de dos culturas organizacionales. Una donde la seguridad era prioridad y cualquier trabajo podía detenerse si había riesgo, y que terminó cediendo paso a otra cultura, a la de McDonnell Douglass. Donde hacer rápido y hacerlo barato prevaleció costando finalmente 346 vidas en dos choque de aviones.
Esa misma enfermedad mortal la tenía Union Carbide y se hizo evidente esa madrugada de diciembre de 1984. En la planta india no había personal entrenado en medidas de seguridad química ni de procesos. Ante la amenaza de escape del gas Isocianato de Metilo (UN 2480), el operador no se dio cuenta que pudo trasvasar el contenido del tanque E-610 a otro vacío, el E-619 y el tanque E-611 solo tenía 11 toneladas de Isocianato de Metilo (UN 2480). La torre de quemado, que debía consumir cualquier escape de gas tenía una tubería removida por mantenimiento y al necesitarse, no funcionó, permitiendo escapar al asesino libremente. Pero estas no fueron las únicas medidas que pudieron tomarse. El sistema de refrigeración no operaba y eso hubiera prevenido el aumento de presión del tanque E-610 con 40 toneladas, el limpiador de gas que pudo remover la toxicidad del gas estaba apagado para ahorrar costos. Una cortina de agua que debía lanzarse al gas que escapaba no tenía la presión suficiente para alcanzar la altura necesaria.
Si algo podía fallar, fallo todo. La seguridad no es un departamento, tampoco una filosofía. Es una decisión política que es la base de todo, está intrínsecamente relacionada con la calidad del producto y refleja la calidad humana de los directivos de una empresa.
José Musse
New York City
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