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  • José Musse

Cómo saber si una persona está lista para un cargo de liderazgo

Para evaluar si alguien está preparado para asumir una posición de responsabilidad sobre otras personas, procuro crear un debate que toque la sensibilidad del candidato. Esto me permite observar su lenguaje verbal y no verbal, así como su capacidad para elaborar una respuesta. Dicha respuesta puede revelar agresividad, lógica pura, ausencia de lógica, hechos puntuales irrefutables, datos y citas, o una combinación de todos estos elementos.


Ser un buen líder implica saber escuchar y entender. No es posible lograr estas dos cosas sin leer y prepararse, y esta preparación va más allá de lo académico; se trata de forjar carácter. Cuando las personas no pueden argumentar y defender una posición, y se acaloran y degradan a su oponente, demuestran un estado muy primitivo y básico de evolución personal. Por el contrario, la persona que no toma las cosas como algo personal y las analiza con profundidad muestra un gran temperamento y preparación, lo que le permite abstraerse para buscar la mejor solución. Estos son los mejores líderes, los que logran resolver problemas.


En un mundo a menudo dominado por voces fuertes y discusiones acaloradas, la capacidad de participar en debates intrincados y apasionados sin elevar la voz es una habilidad que distingue a los verdaderos grandes líderes. Esta capacidad no se trata únicamente de mantener el decoro; refleja una fuerza de carácter más profunda y un dominio inigualable sobre las propias emociones e intelecto. La investigación de Harvard Business Review indica que el 58% de los empleados confían más en un líder calmado y sereno que en uno que frecuentemente muestra ira o frustración.


La compostura en el debate significa control. Los líderes que pueden mantener una actitud calmada bajo presión demuestran su capacidad para manejar situaciones de alto riesgo sin sucumbir al estrés. Esta calma permite un pensamiento claro y una toma de decisiones efectiva, cualidades cruciales para el liderazgo. Al mantenerse serenos, los líderes pueden procesar información compleja, considerar múltiples perspectivas y tomar decisiones bien informadas. Una encuesta realizada por la American Management Association encontró que el 72% de los gerentes creen que mantener la compostura durante un debate conduce a mejores resultados en la toma de decisiones.


Un debate acalorado, llevado a cabo sin gritar, muestra respeto por las opiniones de los demás. Indica que un líder valora el diálogo constructivo sobre la confrontación destructiva. Este respeto fomenta un ambiente donde los miembros del equipo se sienten valorados y escuchados, alentándolos a contribuir con sus mejores ideas sin temor a ser silenciados. Un entorno así es esencial para la innovación y la resolución de problemas. La Society for Human Resource Management (SHRM) informa que los lugares de trabajo con prácticas de comunicación respetuosas ven un aumento del 35% en la participación y productividad de los empleados.


Los grandes líderes poseen una alta inteligencia emocional, que incluye la capacidad de gestionar sus emociones y las emociones de los demás. En un debate, esto significa reconocer cuando las tensiones están aumentando y desactivarlas con respuestas calmadas y medidas. Los líderes que pueden navegar eficazmente las corrientes emocionales pueden mantener la armonía dentro de sus equipos, incluso ante el desacuerdo. Según un estudio de TalentSmart, el 90% de los mejores desempeños tienen una alta inteligencia emocional, y esto es crucial para gestionar conflictos y mantener la cohesión del equipo.


Uno de los aspectos más significativos de mantener la compostura en un debate es la capacidad de no tomar las cosas como algo personal. Los líderes que no se ofenden fácilmente exhiben resiliencia y un fuerte sentido de sí mismos. Entienden que los debates tratan sobre ideas y no sobre ataques personales. Esta distinción es crucial por varias razones. Al no tomar las cosas como algo personal, los líderes pueden permanecer objetivos, centrándose en los problemas en cuestión en lugar de enredarse en reacciones emocionales. Esta objetividad permite un análisis más claro y una mejor toma de decisiones. Los líderes que no se ofenden fácilmente mantienen una actitud profesional, incluso en situaciones desafiantes. Este profesionalismo gana respeto y establece un estándar para que otros lo sigan. Tomarse las cosas como algo personal a menudo agrava los conflictos. Los líderes que evitan este error pueden abordar los desacuerdos de manera constructiva, buscando soluciones en lugar de perpetuar la discordia. Ver la crítica como una oportunidad de aprendizaje en lugar de una afrenta personal fomenta el crecimiento personal y profesional. Los líderes que aceptan retroalimentación sin defensividad pueden mejorar continuamente sus habilidades y desempeño.


La argumentación calmada y racional es a menudo más persuasiva que gritar. Los líderes que articulan sus puntos de vista de manera clara y serena tienen más probabilidades de convencer a otros de sus puntos de vista. Esta forma de persuasión se basa en la lógica y la evidencia en lugar de la intimidación, lo que lleva a resultados más sostenibles y respetados. La investigación de la Stanford Graduate School of Business muestra que los líderes que usan argumentación calmada y racional tienen un 42% más de probabilidades de obtener el apoyo de sus equipos en comparación con aquellos que recurren a tácticas agresivas.


Los líderes que debaten sin gritar dan un poderoso ejemplo a sus seguidores. Demuestran que es posible ser apasionado y asertivo sin ser agresivo. Este modelo de comportamiento fomenta una cultura de respeto y civismo dentro de la organización, lo que puede llevar a una colaboración más efectiva y a la resolución de conflictos. Una encuesta de Gallup encontró que el 65% de los empleados son más propensos a seguir a líderes que exhiben calma y respeto durante los desacuerdos.


La confianza es la piedra angular del liderazgo efectivo. Cuando los líderes participan en debates calmados y respetuosos, construyen confianza con los miembros de su equipo. La gente es más propensa a seguir a líderes que creen que escucharán sus preocupaciones y considerarán sus aportes de manera reflexiva. Esta confianza es vital para fomentar la lealtad y el compromiso dentro del equipo. Para mantener la calma en los debates, los líderes deben prepararse a fondo, conocer sus hechos y anticipar contraargumentos para reducir la necesidad de reacciones defensivas.


Escuchar activamente es crucial, centrándose en comprender el punto de vista del otro antes de responder, lo que muestra respeto y puede ayudar a desescalar posibles conflictos. Las técnicas de mindfulness pueden ayudar a los líderes a mantenerse centrados y presentes durante los debates, gestionando el estrés y manteniendo la compostura. Usar un tono de voz constante y un lenguaje corporal abierto transmite calma y confianza. La empatía es esencial; tratar de entender las emociones detrás de los argumentos de los demás puede desactivar la tensión y construir relaciones. Es importante que los líderes recuerden que la crítica de una idea no es una crítica a ellos como individuos, lo que ayuda a mantenerse enfocados en el tema en lugar de sentirse atacados personalmente.


La capacidad de participar en debates intrincados y acalorados sin gritar es un signo definitivo de la capacidad de una persona para ser un gran líder. Refleja un dominio de la inteligencia emocional, el respeto por los demás y un poder persuasivo basado en la lógica y la empatía. Además, la capacidad de no tomar las cosas como algo personal durante los debates demuestra resiliencia y un compromiso con la objetividad. Los líderes que encarnan estas habilidades crean una cultura de confianza, respeto y colaboración, allanando el camino para el éxito y la innovación sostenidos. En un mundo donde el volumen a menudo se disfraza de fuerza, el poder silencioso del debate calmado brilla como un faro de verdadero liderazgo.


Como Jim Collins destaca en su libro "Good to Great": "El liderazgo nivel 5 se caracteriza por una mezcla paradójica de humildad personal y voluntad profesional". Este tipo de liderazgo es más efectivo cuando se combina con la capacidad de mantener la calma y la compostura en momentos de tensión. Simon Sinek, en "Leaders Eat Last", subraya que "los buenos líderes hacen sentir segura a la gente que les rodea". Esta seguridad se construye, en parte, mediante la demostración de control emocional y la habilidad de debatir sin agresividad.


John C. Maxwell, en "The 21 Irrefutable Laws of Leadership", escribe: "Los líderes tocan el corazón antes de pedir una mano". Este principio resalta la importancia de la empatía y la conexión emocional, cualidades que se fortalecen cuando un líder sabe mantener la calma y el respeto durante los debates. Finalmente, Daniel Goleman, en "Emotional Intelligence", argumenta que la inteligencia emocional es un predictor más fuerte del éxito que el coeficiente intelectual, especialmente en roles de liderazgo. Esta inteligencia emocional incluye habilidades como la autorregulación y la empatía, que son cruciales para liderar con efectividad y sin recurrir a la agresión verbal.



José Musse

New York City

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