Estudio del Incremento del Cáncer en Bomberos
Los bomberos en Estados Unidos enfrentan un mayor riesgo de desarrollar cáncer, principalmente debido a su exposición frecuente a entornos peligrosos llenos de sustancias tóxicas y carcinógenas. Durante las últimas décadas, el cáncer se ha convertido en una de las principales causas de muerte entre los bomberos, y el cáncer ocupacional se considera ahora una epidemia en esta profesión. Según la Red de Apoyo contra el Cáncer para Bomberos (Firefighter Cancer Support Network, FCSN), el cáncer fue responsable del 66% de todas las muertes en cumplimiento del deber entre los bomberos de carrera entre 2002 y 2019.
Además, un estudio de la Asociación Internacional de Bomberos (International Association of Fire Fighters, IAFF) encontró que los bomberos tienen un 9% más de riesgo de desarrollar cáncer y un 14% más de riesgo de morir de cáncer en comparación con la población general de Estados Unidos. Este riesgo aumentado ha llevado a muchos departamentos a implementar medidas preventivas y exámenes de salud, pero la naturaleza única de su trabajo hace que el cáncer siga siendo un peligro ocupacional significativo.
Una de las principales causas del cáncer en los bomberos es su exposición repetida a subproductos tóxicos de la combustión en escenas de incendios. Los incendios liberan una multitud de carcinógenos que pueden ingresar al cuerpo mediante la inhalación, ingestión e incluso absorción a través de la piel. El benceno, un compuesto orgánico volátil (COV) que se encuentra comúnmente en el humo, es uno de estos subproductos y se ha relacionado con la leucemia y otros cánceres de sangre. El benceno se libera cuando materiales como la gasolina, el caucho o ciertos plásticos se queman.
El formaldehído, otro subproducto dañino, se libera cuando se queman madera, plásticos o resinas, y se asocia con cánceres respiratorios y del tracto respiratorio superior. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), que se encuentran en el humo y el hollín, también son sustancias químicas que se forman cuando se quema materia orgánica, y se sabe que causan cáncer de pulmón, piel y vejiga debido a su alta absorción a través de la piel.
Los incendios modernos son aún más peligrosos que los de antes, ya que los edificios y hogares están cada vez más llenos de materiales sintéticos como vinilo, plásticos y retardantes de llama. Estos materiales liberan compuestos químicos altamente tóxicos cuando se queman, creando un entorno más peligroso para los bomberos. Por ejemplo, las dioxinas y los furanos se liberan al quemarse plásticos y vinilo. Estos compuestos son algunos de los carcinógenos más potentes conocidos por la ciencia y se asocian con cánceres de hígado, pulmón y del sistema inmunológico. Además, las fibras de asbesto, que a menudo están presentes en estructuras antiguas, pueden liberarse en el aire durante incendios o demoliciones. Cuando se inhalan, las fibras de asbesto causan mesotelioma y cáncer de pulmón, y la exposición, incluso en pequeñas cantidades con el tiempo, puede ser mortal.
La presencia persistente de carcinógenos en el equipo y la ropa de los bomberos es otro factor que contribuye. Los bomberos suelen usar el mismo equipo en varias llamadas, y si no se descontamina a fondo, las partículas tóxicas pueden continuar exponiéndolos a carcinógenos incluso después de salir de la escena del incendio. Los estudios muestran que las sustancias carcinógenas pueden permanecer en la ropa de intervención, especialmente en telas y pequeñas grietas. Esto ha llevado a la implementación de prácticas de "descontaminación en la escena" en muchos departamentos, donde los bomberos limpian su equipo lo mejor posible inmediatamente después de un incidente para reducir la exposición continua.
Sin embargo, incluso con equipos de protección, los bomberos siguen siendo vulnerables a la absorción dérmica de sustancias tóxicas durante los incendios. El calor y el sudor aumentan la permeabilidad de la piel, lo que hace que los bomberos sean más susceptibles a absorber productos químicos peligrosos a través de la piel, especialmente en áreas como el cuello, la cara y las muñecas, donde la cobertura de protección puede ser menos efectiva. La investigación ha demostrado que los PAH y los metales pesados pueden penetrar la piel durante o inmediatamente después de la exposición, lo que contribuye a tasas más altas de cáncer de piel, vejiga y riñón.
Los bomberos también están expuestos a carcinógenos de otras fuentes en su entorno de trabajo, incluidos los gases de escape de vehículos y las estaciones de trabajo mal ventiladas. Los gases de escape de los camiones de bomberos, por ejemplo, contienen benceno, formaldehído y otras sustancias químicas perjudiciales para la salud humana. La exposición prolongada a los gases de escape diésel se ha asociado con cánceres de pulmón y vejiga. En las estaciones de bomberos sin sistemas adecuados de extracción de gases de escape o ventilación, los bomberos pueden enfrentarse a riesgos de cáncer incluso durante el tiempo de rutina en la estación. Otro factor de riesgo significativo es el estrés psicológico y físico que soportan los bomberos.
Los bomberos enfrentan regularmente altos niveles de estrés, patrones de sueño irregulares y exposición a condiciones extremas, todo lo cual contribuye a la supresión del sistema inmunológico y a cambios metabólicos que pueden aumentar el riesgo de cáncer. Los cambios a largo plazo en los niveles hormonales y una respuesta inmunitaria debilitada debido al estrés crónico pueden agravar aún más la probabilidad de desarrollar y progresar en el cáncer.
Además de la exposición en escenas de incendios y en la estación de bomberos, los bomberos también encuentran sustancias cancerígenas a través de ciertos espumas contra incendios y equipos de protección tratados con sustancias per- y polifluoroalquiladas (PFAS), conocidas como "químicos eternos" debido a su persistencia en el cuerpo y el medio ambiente. Las PFAS se utilizan comúnmente en espumas contra incendios, como la espuma formadora de película acuosa (AFFF), que se ha relacionado con cánceres de riñón, testículo y tiroides. Estos productos químicos son extremadamente resistentes y se acumulan en el cuerpo con el tiempo, lo que conduce a riesgos para la salud a largo plazo que pueden permanecer incluso después de que el bombero deje la profesión.
La investigación sobre el cáncer entre los bomberos ha ayudado a ilustrar la profundidad del problema, lo que ha llevado a una mayor conciencia e iniciativas de seguridad. Por ejemplo, un estudio de 2013 del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) en el que participaron casi 30,000 bomberos en los Estados Unidos encontró que los bomberos tienen un mayor riesgo de cánceres respiratorios, digestivos y urinarios en comparación con la población general. Otro estudio realizado por el Departamento de Bomberos de Boston (BFD) encontró que los bomberos en Boston tenían el doble de probabilidades de desarrollar cáncer que la población general de Boston, y el 65% de sus muertes en cumplimiento del deber en la última década se atribuyeron al cáncer.
La investigación en California sobre bomberos forestales también ha demostrado que la exposición al humo de la quema de vegetación, plásticos y otros productos químicos resulta en tasas más altas de cánceres respiratorios y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Un estudio de la Universidad de Arizona en 2020 destacó que los bomberos tenían niveles elevados de productos químicos relacionados con el cáncer en su sangre incluso después de extinguir el incendio, lo que subraya el efecto persistente y acumulativo de estas exposiciones en la salud de los bomberos.
Los departamentos en los EE. UU. están trabajando para adoptar prácticas de descontaminación más rigurosas, mejoras en los materiales de equipos de protección y programas avanzados de exámenes de salud para ayudar a mitigar el riesgo de cáncer. Estos esfuerzos preventivos incluyen actualizaciones de equipos de protección, la introducción de capuchas de bloqueo de partículas e iniciativas de cabina limpia que evitan que el equipo contaminado permanezca en la cabina del vehículo. Los departamentos de bomberos también están implementando prácticas de descontaminación en la escena y brindando exámenes anuales para detectar cánceres de manera temprana, lo cual es fundamental para mejorar las tasas de supervivencia.
Organizaciones como la Red de Apoyo contra el Cáncer para Bomberos (FCSN) ofrecen apoyo, recursos y defensa para los bomberos diagnosticados con cáncer, ayudando a proporcionar recursos de tratamiento y financiamiento para la investigación de medidas preventivas. La investigación en curso, incluidos estudios como el Firefighter Cancer Cohort Study (FFCCS), tiene como objetivo rastrear la incidencia de cáncer, explorar los efectos biológicos de la exposición repetida e identificar posibles biomarcadores para la detección temprana en bomberos.
A pesar de la mayor conciencia y los esfuerzos para mitigar el riesgo de cáncer, los bomberos aún enfrentan una probabilidad desproporcionada de ser diagnosticados y morir de cáncer. La naturaleza única y peligrosa de su profesión exige una investigación continua, medidas preventivas más estrictas y sistemas de apoyo de salud integral. A medida que la lucha contra incendios moderna evoluciona, también deben hacerlo las estrategias para proteger a quienes arriesgan sus vidas diariamente al servicio de sus comunidades.
José Musse
New York City
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