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La Ola Anti-Inmigrante y la Integración del Venezolano en los Países de Acogida

José Musse

Nací en Perú, pero he sido inmigrante cerca de la mitad de mi vida. Viví en Madrid y ahora en los últimos 21 años en New York. La inmigración trae retos y desafíos, pero también representa una experiencia social enriquecedora, que permite integrar valiosos profesionales que contribuyen al desarrollo del país y amplían su diversidad cultural. En América Latina, las arepas se han vuelto más populares que nunca, reflejando una integración culinaria que enriquece las tradiciones locales.


Por décadas, mayoritariamente los peruanos se casaban con peruanos, eso ha cambiado radicalmente. Igual en los demas países de la región. Geneticamente, lo mejor es la diversidad porque crea mejores genes. En los Estados Unidos, aproximadamente dos millones de niños tienen padres de diferentes razas, reflejando un cambio significativo en las dinámicas familiares y sociales. En las últimas tres décadas, los matrimonios entre personas blancas y negras han aumentado en un 400%, mientras que las uniones entre personas blancas y asiáticas han experimentado un incremento del 1000%. Estas cifras evidencian una creciente diversidad y aceptación en las relaciones interraciales.


En los últimos años, América Latina ha sido testigo de una creciente tendencia anti-inmigrante, motivada principalmente por la percepción de que el aumento del crimen organizado está vinculado a la migración, en particular a los ciudadanos venezolanos. Este fenómeno ha generado un debate intenso sobre cómo equilibrar la seguridad pública y el respeto a los derechos humanos, al mismo tiempo que se aprovechan las habilidades de los profesionales y técnicos altamente calificados provenientes de Venezuela.


El Contexto de la Migración Venezolana


La crisis económica, política y social en Venezuela ha generado una de las olas migratorias más grandes de la historia de la región. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 7 millones de venezolanos han abandonado su país desde 2015, y la mayoría se ha asentado en países vecinos como Colombia, Perú, Chile y Ecuador. Si bien muchos migrantes buscan un nuevo comienzo, algunos países han reportado un aumento de actividades delictivas relacionadas con bandas organizadas que incluyen ciudadanos venezolanos. Esto ha alimentado prejuicios y ha exacerbado la xenofobia.


Crimen Organizado y Estigmatización


El aumento de crímenes atribuidos a extranjeros ha sido amplificado por los medios de comunicación y ha contribuido a la estigmatización de toda la comunidad venezolana. Casos de bandas como el "Tren de Aragua" han sido utilizados como ejemplos para justificar políticas restrictivas y discursos nacionalistas en varios países de la región. Sin embargo, los expertos advierten contra las generalizaciones. Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los migrantes no son inherentemente más propensos al crimen, pero las condiciones de exclusión y marginalización a menudo los empujan hacia actividades ilícitas.


Políticas para Detectar y Deportar Criminales


Ante estas preocupaciones, varios países han implementado políticas para reforzar la seguridad sin comprometer la legalidad. Colombia ha desarrollado un sistema de registro biométrico para los migrantes venezolanos que permite un mejor seguimiento y control. Este sistema busca proteger a los migrantes legales y, al mismo tiempo, facilita la identificación de personas con antecedentes penales. Por su parte, Perú introdujo requisitos más estrictos para ingresar al país, como la solicitud de antecedentes penales y policiales, además de controles migratorios más rigurosos en fronteras. Chile estableció una política de deportación rápida para aquellos migrantes involucrados en actividades delictivas, respetando los procedimientos judiciales. Ecuador, por último, implementó convenios con Interpol y otras agencias internacionales para rastrear actividades delictivas transnacionales vinculadas a la migración. Aunque estas medidas buscan garantizar la seguridad pública, han sido criticadas por organizaciones humanitarias por fomentar la discriminación y dificultar el acceso de migrantes legítimos al asilo y empleo.


Políticas de Integración para Profesionales y Técnicos


En paralelo, algunos países han reconocido la importancia de aprovechar el talento y la experiencia de los migrantes venezolanos para impulsar sus economías. Colombia, por ejemplo, creó el Estatuto Temporal de Protección para Venezolanos (ETPV), que regulariza a más de 1.8 millones de migrantes y facilita su acceso al mercado laboral formal y servicios sociales. Brasil, a través de su programa "Operación Acogida", estableció centros de integración donde se evalúan las competencias de los migrantes para conectarlos con empleadores locales. Argentina reconoce títulos profesionales y académicos de universidades venezolanas, permitiendo que médicos, ingenieros y otros técnicos trabajen en sus áreas de especialización. Por su parte, Uruguay ha simplificado los trámites migratorios y promovido campañas para reducir la discriminación en el lugar de trabajo.


Un Camino de Equilibrio


La creciente migración venezolana plantea desafíos importantes para América Latina, pero también presenta oportunidades únicas. Los países de la región deben trabajar en políticas que equilibren la seguridad con la integración, rechazando los prejuicios que asocian la migración con el crimen y valorando la contribución de los migrantes a sus sociedades. La cooperación regional y el fortalecimiento de instituciones son fundamentales para manejar este fenómeno de manera sostenible. Invertir en programas de integración y garantizar procesos justos para la identificación de criminales no solo contribuirá a la seguridad, sino que también promoverá una convivencia más armónica en la región.


La migración venezolana ha aportado un número significativo de profesionales de la salud a diversos países de América Latina, contribuyendo al fortalecimiento de sus sistemas sanitarios. A continuación, se detallan algunas experiencias y datos estadísticos relevantes:


Argentina: De los aproximadamente 145.000 venezolanos residentes en Argentina, muchos son profesionales de la salud, incluyendo médicos y enfermeros. En 16 provincias argentinas, médicos venezolanos ya están certificados para ejercer. Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, más de 200 profesionales médicos venezolanos han sido incorporados al sistema de salud pública, y también se registra su presencia en provincias como Jujuy, Chubut y Córdoba, llegando incluso hasta Tierra del Fuego.


Brasil: A través de la "Operación Acogida", Brasil ha establecido centros de integración que evalúan las competencias de los migrantes venezolanos, incluyendo profesionales de la salud, para conectarlos con empleadores locales. Aunque no se dispone de cifras exactas, esta iniciativa ha facilitado la incorporación de médicos y enfermeros venezolanos al sistema de salud brasileño.


Colombia: Con la implementación del Estatuto Temporal de Protección para Venezolanos (ETPV), Colombia ha regularizado a más de 1.8 millones de migrantes, facilitando su acceso al mercado laboral formal y a servicios sociales. Esto ha permitido que profesionales de la salud venezolanos se integren al sistema sanitario colombiano, especialmente en áreas con déficit de personal médico.


Perú: Según la Encuesta Nacional a la Población Venezolana (ENPOVE) de 2018, casi la mitad de los inmigrantes venezolanos en Perú reportaron haberse enfermado o tenido problemas médicos desde su llegada. Esta situación ha resaltado la necesidad de integrar a profesionales de la salud venezolanos para atender tanto a la población migrante como a la local. Sin embargo, no se dispone de datos específicos sobre el número de médicos y enfermeros venezolanos incorporados al sistema de salud peruano.


Chile: En la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017, el 45% de los migrantes encuestados reportaron sufrir depresión y casi el 30% reportó ansiedad. Aunque estos datos reflejan desafíos en la salud mental de la población migrante, también subrayan la importancia de integrar a profesionales de la salud venezolanos para abordar estas necesidades. No obstante, no se cuenta con cifras precisas sobre su participación en el sistema de salud chileno.

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Es importante destacar que, aunque muchos profesionales venezolanos han logrado integrarse en los sistemas de salud de estos países, enfrentan desafíos como la homologación de títulos, barreras idiomáticas y procesos burocráticos complejos. A pesar de estas dificultades, su contribución ha sido esencial para fortalecer la atención sanitaria en diversas regiones de América Latina.


En cuanto a la participación de venezolanos como paramédicos y bomberos, la información es limitada. No se dispone de datos estadísticos específicos sobre su integración en estos roles en los países de acogida. Sin embargo, es plausible que algunos migrantes venezolanos con formación en emergencias y rescate hayan encontrado oportunidades en estos campos, contribuyendo así a la seguridad y bienestar de las comunidades receptoras.


José Musse

New York City

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