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La Reorganización del Cuerpo de Bomberos del Perú

  • José Musse
  • 12 minutes ago
  • 3 min read

La misma historia de siempre. Una vez más, se repite el patrón: un grupo de bomberos se une con el objetivo de tomar el poder, valiéndose de promesas de favores. Lo habitual es que asciendan a los miembros de su círculo cercano —la llamada argolla— a fin de asegurar votos a su favor. Sin embargo, en esta ocasión sus planes comienzan a tambalearse ante la justicia peruana, con procesos de ascenso que podrían ser anulados y varios de sus beneficiarios obligados a regresar a sus antiguos cargos. El más afectado hasta el momento: Mario Potesta Martínez.


Cuando la creación de nuevos electores o la incorporación de personas afines ya no da resultados, recurren a otra estrategia conocida: ganarse el favor del poder político. Así ha sido históricamente en el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú: el acceso a puestos clave y de poder se logra mediante favores, alianzas y cálculos políticos.


Este fenómeno persiste, en parte, porque ningún oficial superior ni general ha demostrado un interés real en profesionalizar el servicio bomberil. Hoy, cualquiera puede ser bombero, y lo que es aún más preocupante, cualquiera puede llegar a ser oficial. Los estándares son extremadamente bajos. Generalmente, el ascenso no se otorga por mérito, sino por afinidad o utilidad política. Es decir, se asciende por estar en el lugar adecuado, con la persona adecuada, no por capacidad ni preparación. Casos como los de Benjamín Pimentel Milla o Adolf Biorggio Effo son ejemplos conocidos. También influye la herencia: ser hijo de alguien influyente abre muchas puertas. Panizo, por ejemplo, no ha llegado a su posición por méritos propios, y su paso por Barrios Altos ya evidenció su falta de templanza y carácter ante situaciones de presión. A la menor provocación, aflora el niño mimado que lleva dentro.


No sabemos si el senador Cueto tiene realmente la intención de corregir estos vicios estructurales, pero una cosa es clara: el Cuerpo de Bomberos necesita una reorganización profunda y urgente. La falta de capacidad de gestión salta a la vista. La reciente permisividad hacia los bomberos con barba es apenas un síntoma, pero representa una señal clara de que el deterioro institucional continúa. Es, además, una muestra evidente de que las normas internas se flexibilizan sin criterio técnico.


Lo que verdaderamente preocupa es que, cuando la atención se enfoca en la compra de equipos, muchas veces se convierte en un simple acomodo para beneficiar a los allegados al poder. Siempre que el dinero entra en escena, aparecen las comisiones ilegales, el favoritismo y el desvío de recursos. El foco nunca está en el bombero como profesional ni en sus condiciones de trabajo.


Poco o nada se discute sobre su seguridad operativa, sobre compensaciones financieras en caso de accidente, seguros de vida o beneficios para quienes enferman. Y lo cierto es que un número importante de bomberos ha sido diagnosticado con cáncer, muchas veces como consecuencia directa de su labor en condiciones extremas.


Si se pretende una reorganización seria del sistema, hay aspectos que no se pueden pasar por alto. En primer lugar: el modelo voluntario ya no funciona para una megápolis como Lima. Resulta egoísta —e irresponsable— que algunos bomberos insistan en que una estructura voluntaria puede asumir completamente la responsabilidad de la seguridad de una ciudad de más de 10 millones de habitantes. La estructura ya es de hecho mixta, y debe avanzar en esa dirección con convicción.

No se trata de inventar nada.


Reorganizar al CGBVP siguiendo criterios técnicos transformará la institución y la seguridad nacional del país para siempre. Para lograrlo, es necesario seguir las guías de la U.S. Fire Administration y la NFPA, estableciendo requisitos flexibles para los voluntarios, pero más exigentes para los bomberos profesionales, quienes deberían ser los únicos autorizados a convertirse en oficiales. Alfonso Panizo, y otros como él, que tienen negocios en seguridad contra incendios, en evidente conflicto de intereses, deberían pasar al retiro.


José Musse

New York City




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