Terremotos de 1610 Y 1674: ¿Hemos Aprendido la Lección?
El contexto tectónico venezolano, hace que el país tenga una particular exposición a la amenaza sísmica, la cual está influenciada por la placa Caribe y la placa Suramericana. Laffaille y Estévez, han señalado que el registro histórico de los terremotos en el país, comenzó con la llegada de los primeros colonizadores españoles, aproximadamente en el año 1950. En Los Andes venezolanos, se han generado grandes terremotos destructores; los cuales según Audemard (2014) se atribuyen al sistema de fallas de Boconó, la cual se extiende por más de 500 km en el occidente de Venezuela, con dirección SO-NE desde la frontera colombo-venezolana en el estado Táchira hasta Morón, en el Estado Carabobo.
Mérida y su pasado sísmico
Según Laffaille (2014), la capital del Estado Mérida, se ha ganado ésta denominación haciendo referencia a los terremotos de 1610, 1812, 1894 y eventualmente el de 1674, resaltando la importancia de la amenaza sísmica en este territorio. Parte del legado de lo que hoy conocemos sobre la amenaza sísmica a la que se encuentra expuesta la entidad merideña y el occidente venezolano, lo debemos a trabajos de investigación de los profesores Jaime Laffaille, Raúl Estévez, Carlos Ferrer, Franck Audemard, Martín Rengifo, entre otros.
Terremoto de 1610, el primer gran terremoto de Los Andes
Diferentes eventos sísmicos han sacudido el occidente de Venezuela, sin embargo, el primer sismo de importancia fue el ocurrido el 03 de febrero de 1610. El trabajo de Laffaille (2011), señala que este terremoto se conoce con tres nombres populares, el primero de ellos, se debe a que ocurrió el día de San Blas, y de allí que se conozca como el terremoto de San Blas. Debido a que la mayor cantidad de daños se ocasionaron en La Grita, los investigadores que le estudiaron posteriormente le llamaron el terremoto de La Grita. La magnitud del impacto generado por el terremoto en el Valle de Bailadores (Valle del Mocotíes) y por la probabilidad de haberse ubicado muy cerca de esa zona el epicentro, se le ha llamado el terremoto de Bailadores.
Una sola crónica, relata el impacto y las consecuencias de este terremoto. Se trata del documento escrito por el Fraile Pedro Simón, quien a pesar de no haber sido testigo presencial; visitó la zona afectada dos años después. En el relato, se describe que la tierra se movía tanto, que no se podía caminar. El convento y casi todas las casas se cayeron. Para el momento del sismo, la mayoría de las mujeres del pueblo se encontraban reunidas en dos de las diez casas que quedaron en pie. Las cajas que guardaban el Santísimo en las ruinas de la iglesia y el convento, se encontraban intactas.
Donde hoy se encuentra la población de La Playa, se produjo un gran movimiento de masas a consecuencia del terremoto y que a su vez generó una laguna de obturación que inundó el valle aguas arriba durante 4 meses. Posteriormente, la rotura de la presa generó una ola de descarga.
Terremoto en 1674, una nueva tragedia para Mérida
Respecto a este sismo, Audemard (2014) señala que una región próspera como Mérida, por el año 1673 era amenaza por acción de los piratas que operaban en el Mar Caribe y que con frecuencia incursionaban por el Lago de Maracaibo. Los ataques de los Motilones, también representaba una amenaza, aunque menos temida y menos frecuente. Sin embargo, el 8 de diciembre de 1673 en la madrugada, inició una serie de temblores, siendo el más destructor el que ocurrió el 16 de enero de 1674 en horas de la tarde, generando destrucción en gran parte de la ciudad de Mérida. Los temblores continuaron hasta el año 1675, y al pasar una década de aquella fatídica fecha, aún eran evidentes los datos de aquel terremoto.
Los derrumbes y los embalses que estos generaron, acompañaron los efectos de los sismos, ocasionando además crecidas torrenciales que agravaron la destrucción que inicialmente dejaron los sismos. Sin embargo, la afectación en Mérida por el terremoto del 16 de enero de 1674 pasó desapercibida, dirigiéndose la atención a las consecuencias registradas en el Sur del Lago de Maracaibo y Trujillo, una de las principales ciudades del país para la época.
Y es que, al parecer esa indiferencia histórica se acentúa con el tiempo. Cuando se hace referencia a los terremotos de Mérida, se recuerda a los terremotos del jueves santo de 1812 y el del 28 de abril de 1894, el cual se conoce como el Gran Terremoto de Los Andes, con omisión de los terremotos de 1610 y 1674.
¿Hemos aprendido la lección?
Laffaille, K.; Sánchez, C.; Rincón, J. y Laffaille, J. (2009), afirman que muchos sectores urbanos de las ciudades venezolanas, se han desarrollado en sectores marcados por la presencia de amenazas naturales. Es de considerarse cuestionable, si la población de las zonas históricamente afectadas por terremotos ha recibido información suficiente y necesaria, para comprender las amenazas a las cuales se encuentran expuestos y frente a éstas, tomar las previsiones para el desarrollo.
La ocupación de áreas susceptibles por viviendas, escuelas, centros asistenciales, entre otros, van disimulando con el tiempo las huellas dejadas por los fenómenos naturales, sin embargo, dibujan a la vez, los escenarios que pueden presentarse al momento de repetirse alguno de los eventos que se han vivido. Los desastres del pasado, nos han dejado lecciones que, de pasar inadvertidas o ignoradas traerán consecuencias devastadoras en el futuro.
Sin embargo, eventos de baja magnitud, despiertan un curioso interés transitorio hacia estos fenómenos, ya sean sísmicos o hidrogeomorfológicos, pero, es lamentable que, al disminuir el impacto de los eventos, desaparece también el interés y la preocupación por la seguridad propia y se repite el ciclo de ocupar nuevamente los espacios que históricamente han sido afectados. Para el caso de los terremotos, es contradictorio que, Venezuela siendo un país sísmico; su población no tenga consolidada una cultura preventiva, allí está el desafío, esta sociedad tiene muchas cosas por hacer.
“El olvido es mortal en términos de la gestión de desastres. En otras palabras, la memoria de los pueblos juega un papel determinante en la prevención y mitigación de desastres”. J. Laffaille
Referencias Bibliográficas
[1] Estevez, R. y Laffaille, J. (sf) Sismicidad y prevención sísmica en Los Andes venezolanos. Funvisis.
https://funvisis.gob.ve/old/archivos/www/terremotos/Papers/Doc029/doc029.htm
[2] Audemard, F. (2014). Segmentación sismogenética de la falla de Boconó a partir de investigaciones paleosísmicas por trincheras, Venezuela Occidental: ¿migración de la ruptura hacia el noreste en tiempos históricos? Revista de la Asociación Geológica Argentina 71 (2): 247 - 259
[3] Laffaille, J. (2014). Notisismo: 1673-74, Un cuento sobre los terremotos olvidados de Mérida. https://www.researchgate.net/publication/269764311
[4] Laffaille, J. (2011) Un Terremoto con tres nombres diferentes: día tres de febrero de 1610. http://www.cecalc.ula.ve/blogs/notisismo/terremotos/un-terremoto-con-tres-nombresdiferentes-dia-tres-de-febrero-de-1610-por-jaime-laffaille/
[5] Laffaille, K.; Sánchez, C.; Rincón, J. y Laffaille, J. (2009). El uso de información histórica con miras a la reducción de vulnerabilidad de sectores urbanos ante amenazas naturales a través de gestión comunitaria. estudio de Caso: el río Milla. V Jornadas Venezolanas de Sismología Histórica y VI Simposio Venezolano de Historia de las Geociencias. Mérida.
Eudo Hernández D.
Mérida, Venezuela
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