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José Musse

Una Canción puede Arreglarte el Día, si no la Vida


Para mí, la fotografía y el acto de capturar la belleza del mundo no solo traían equilibrio a mi vida, sino que tejían una felicidad que aún hoy me envuelve. Refugiarme en el arte era como encontrar un puerto seguro en medio de una tormenta, una manera de disipar las sombras que deja el servicio de emergencia. Para otros, ese alivio llega en forma de una canción, y no puedo negar que, a veces, lo más simple—una melodía que acaricie el alma—tiene el poder de transformar nuestro universo. Es como si al escucharla nos colocáramos lentes mágicos, capaces de revelar una realidad más luminosa. Entonces, todo lo oscuro se desvanece, y lo que parecía roto comienza, suavemente, a sanar.




El arte, en todas sus formas, se erige como un refugio poderoso para quienes enfrentan el estrés postraumático. Veteranos de guerra y primeros respondientes, marcados por el peligro y el trauma, encuentran en la creatividad una vía para expresar lo que las palabras no alcanzan. Pintar, escribir, fotografiar o simplemente dejarse envolver por la música estimula el sistema límbico, regulando las emociones y aliviando la carga del alma.


Es en el acto de crear donde se transforma el sufrimiento en belleza. Programas como Creative Forces, del National Endowment for the Arts, han demostrado que el arte puede reconectar a los veteranos con su esencia, ayudándoles a procesar recuerdos difíciles. De igual forma, para bomberos, paramédicos y policías, capturar la luz de una fotografía o plasmar pensamientos en papel permite reencontrar la paz perdida y narrar su historia desde la esperanza.


Aunque no sustituye a la terapia tradicional, el arte posee un impacto innegable. Es un faro en la oscuridad, una chispa de luz que guía hacia la recuperación emocional. Allí, entre colores, palabras y melodías, el alma encuentra el camino de regreso a la calma.


La regla de los 90 segundos es una técnica simple y efectiva para manejar emociones negativas de forma consciente. Esta regla, popularizada por la neurocientífica Dra. Jill Bolte Taylor, establece que las reacciones emocionales intensas, como la ira, el miedo o la tristeza, solo duran aproximadamente 90 segundos si no las alimentamos con pensamientos repetitivos.


Cuando experimentamos una emoción negativa, el cerebro libera un cóctel químico que genera la respuesta emocional inicial. Esta descarga química tarda alrededor de un minuto y medio en disiparse del cuerpo. Si la emoción persiste más allá de este tiempo, es porque estamos activando la reacción una y otra vez con nuestra mente, reviviendo la situación o alimentando pensamientos asociados.


La clave de esta técnica es entender que las emociones son pasajeras. Al aplicar esta regla, te das la oportunidad de romper el ciclo de pensamientos negativos y recuperar el control, transformando el estrés emocional en un estado de calma y claridad.



José Musse

New York City

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